"El que quiera reducir todo a un enfrentamiento con un compañero de Gobierno o a una lucha entre partidos políticos es un miserable. Yo no estoy en eso". A través de Twitter, el consejero de Políticas Sociales, Alberto Reyero, se defendía esta semana de los rumores que recorrían los pasillos de la Asamblea madrileña sobre las posibilidades de que el jueves pudiese romper la disciplina de voto de su partido y votar a favor de la reprobación impulsada por la izquierda madrileña contra el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, a cuenta de la polémica gestión de las residencias madrileñas, en las que han fallecido casi 6.000 ancianos por coronavirus.

No las tenían todas consigo en el PP de Madrid. Ni siquiera la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, se mostraba convencida del sentido del voto del consejero de Ciudadanos en una entrevista para Antena 3 el pasado miércoles, donde afirmó que esperaba que votase en contra dado el compromiso de Ignacio Aguado, que en las últimas semanas ha cerrado filas en la líder regional también en materia de residencias, tras meses de desencuentros, filtraciones, reproches y acusaciones mutuas.

En plena campaña electoral en País Vasco -donde precisamente PP y Ciudadanos concurren en coalición- y Galicia, la relación de los socios en Madrid también afronta ahora un período de calma tensa. Los argumentarios de Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado ya no chocan, como sí lo hacían hace unas semanas. Tanto uno como otro han coincidido, por ejemplo, en poner el foco sobre el Gobierno por el "coladero" de Barajas; o en apuntar a Iglesias como responsable último de la gestión de las residencias. En la coalición, todos han terminado defendiendo una única estrategia comunicativa. Todos, salvo Alberto Reyero, considerado por algunos diputados del PP como el "verso libre" de Ciudadanos, y por la izquierda como la esperanza para tumbar a Isabel Díaz Ayuso.

"El único responsable de las residencias de ancianos tiene nombre, y se llama Pablo Iglesias", han venido defendiendo desde el PP, tanto en la dirección regional como en la nacional. "Yo sigo pensando que la responsabilidad de Políticas Sociales y de las residencias está aquí, en esta comunidad autónoma, y está en esta consejería", contradecía Reyero en la sesión de este mismo jueves, cuando se asistió al último exponente de la larga lista de enfrentamientos entre el dirigente de Ciudadanos y el Gobierno madrileño, especialmente con el consejero del ramo de Sanidad.

Las primeras brechas comenzarían por el mes de marzo, cuando el encargado de Políticas Sociales solicitó la presencia del Ejército en las residencias de ancianos para controlar la expansión del virus, y la propuesta fue desmentida por el entorno de la presidenta regional, que quitó autoridad a Reyero y afeó que el consejero no hubiese informado de la medida al Gobierno regional antes de hacerla pública. Pero durante ese mes se abrieron otras heridas que a día de hoy siguen sin sanar.

A finales de marzo, cuando asomaba uno de los peores momentos de la crisis, la Consejería de Sanidad, del PP, decidió quitar competencias a Políticas Sociales, de Cs, y asumir el mando único de las residencias, donde desde principios de marzo habían muerto más de 1.000 personas por diferentes causas, para actuar contra la "desinformación" y las "consecuencias devastadoras" que ya se estaban dejando notar en estos centros. "Desde que se ordenó compartir las competencias -Reyero seguía conservando la parte social de la gestión de los centros-, él empezó a hacer una guerra por su cuenta", aseguran fuentes del entorno de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. "No le sentó nada bien", añaden.

La crisis mantenida en la confianza entre presidenta y vicepresidente llegó a su punto álgido cuando el titular de Políticas Sociales dio un golpe encima de la mesa y decidió poner el foco en su compañero de Gobierno, Enrique Ruiz Escudero, sobre cuya gestión vertió fuertes acusaciones por lo que a su juicio constituyó una negligencia de carácter "inmoral" que, incluso, podría tener consecuencias "penales" por acciones presuntamente ilegales de parte del consejero de Sanidad.

Reyero abrió entonces la caja de Pandora de filtraciones a medios de comunicación como El País, que revelaron órdenes firmadas por el consejero del PP por las que, entre otras cuestiones, se ordenaba a geriatras y directores de residencias a no trasladar a ancianos en estado grave a los hospitales durante el peor momento de la pandemia. Llegó a trascender incluso que los ancianos que contaban con una póliza de seguro privado sí se les envió a hospitales, mientras que "se dejó morir" a muchos otros, según han venido denunciando también desde la oposición a costa de las declaraciones de Alberto Reyero.

"La derivación debe basarse en criterios médicos, pero no por el grado de dependencia. No es ético y, posiblemente, no sea legal. Si no es posible derivar, habría que haber medicalizado las residencias", afirmaba el consejero hace unas semanas, mientras en el PP se defendían con el argumento de que la orden de la que hablaba Reyero y sobre la que declaró estar "radicalmente en contra" -y así se lo hizo saber a Escudero en sendos correos electrónicos enviados en el mes de marzo- era un borrador que nunca llegó a aplicarse. Escudero llegó a calificar las palabras de su compañero de "traición" y de "fariseísmo político".

De puertas para adentro, el enfado y malestar era mayúsculo. En el PP llegaron a denunciar que Reyero parecía querer "lavarse las manos" del agujero en que se convirtieron las residencias durante la pandemia. Y, a día de hoy, en el ejecutivo madrileño aseguran que las críticas de Reyero a Ayuso fue "la gran sorpresa" de la crisis. "Agradable no es que un consejero critique así a su Gobierno", reiteran.

Ciudadanos va por un lado, y Reyero va por otro. Aguado no controla a su consejero", asienten en el PP madrileño

Por su parte, Ignacio Aguado cerró filas en todo momento con su consejero. Lo hizo cuando comenzaron los primeros roces entre él y el PP en el mes de marzo, lo siguió haciendo cuando planearon rumores sobre la Real Casa de Correos de una posible destitución del Consejero de Políticas Sociales de parte de la presidenta regional por su "incompetencia" en las residencias de ancianos, y lo mantuvo cuando Reyero abrió el melón de las responsabilidades.

Pero ahora la legislatura parece haber marcado un nuevo rumbo como consecuencia de las campañas electorales y el período estival. Aguado hace piña con Ayuso para atacar al Gobierno central y Reyero prefiere desmarcarse de esa consigna, mientras la sangría en su Consejería comienza a ser mayúscula. En concreto, ya han caído tres altos cargos de Políticas Sociales: primero, se cesó al secretario general técnico de la consejería al que se le atribuye el "error" del contrato 'fantasma' de Sarasola colgado en el Portal de Transparencia; más tarde, lo hizo el jefe de gabinete de Reyero, Carlos Reus Jimeno, en plena polémica por las residencias; y poco después, abandonó su puesto Óscar Álvarez, el mayor responsable de las residencias en Madrid, "por motivos de salud".

"Ciudadanos va por un lado, y Reyero va por otro, va por libre", asienten fuentes del PP madrileño. "Aguado no controla a su consejero, y eso supone un problema para Ciudadanos. Él es parlamentario, y con su escaño puede hacer lo que crea conveniente", afirman, convencidos de que si llega a consumarse un asalto al poder en la Comunidad de Madrid, el compromiso de Ignacio Aguado de mantener la legislatura no será suficiente.

Sobre Reyero también pone el foco la izquierda madrileña, donde ya empieza a pesar la estrategia de esperar a otoño para plantear la moción de censura con la que ya presionan algunos sectores del PSOE contra la presidenta regional, una vez el peso de los resultados de la comisión de investigación contra la presidenta, precisamente por su actuación en las residencias, y los errores que pueda cometer en la desescalada que ahora sí es competencia de la comunidad, empiecen a caer sobre los hombros de Isabel Díaz Ayuso.

"Tenemos que seguir explorando las contradicciones entre los consejeros de Ayuso", apuntó el delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, que apuntó en un encuentro privado con militantes y cargos del PSOE que había que "retorcer el tema de las residencias" para tumbar definitivamente el Gobierno de PP y Cs en la región.

Y no se les escapa en el PSOE que para sacar adelante una moción de censura no es necesario el voto a favor de todo el Grupo Parlamentario de Ciudadanos, sino sólo de tres diputados del grupo naranja, por lo que Reyero se entiende como uno de los hombres clave en las aspiraciones socialistas. La propia diputada de Unidas Podemos en la Asamblea, Isa Serra, llegó a defender a Reyero como el único consejero "coherente" del Gobierno regional. Sea como fuere, las aguas en la Comunidad de Madrid están ahora en una calma tensa, escenificada con el voto en contra de la reprobación de Enrique Ruiz Escudero el pasado jueves de parte del grupo de Ciudadanos, incluido el de Alberto Reyero. Y las armas permanecerán depuestas, al menos hasta septiembre.