Los candidatos a la presidencia del Gobierno de los principales cinco partidos de España se la juegan hoy con un formato que permitirá preguntas de los moderadores y para el que no hay segunda vuelta. El que falle este lunes por la noche ante el resto de sus adversarios apenas tendrá tiempo para enmendar el error en esta campaña exprés, en la que se negoció un solo debate por deseo expreso del inquilino de la Moncloa, Pedro Sánchez.

Ningún partido quiere asumir públicamente la importancia de esta cita para su resultado electoral. Pero en privado admiten que hay un porcentaje cada vez mayor de electorado que decide el destino de su voto en lo últimos días, sobre todo cuando tiene dudas entre distintas formaciones políticas de cada uno de los dos bloques en que se ha convertido el nuevo bipartidismo en España. A ello se une que, a poco que se mueva el porcentaje de voto, las diferencias pueden ser de veinte escaños arriba o abajo por apenas un puñado de votos.

La principal novedad de la noche es la presencia del líder de Vox, Santiago Abascal, cuya asistencia al debate de Atresmedia el pasado 23 de abril fue vetada por la Junta Electoral Central al carecer este partido de representación en el Congreso de los Diputados. Es el mismo motivo por el que este lunes no estará el candidato de Más País, Íñigo Errejón, por mucho que su partido esté sentado en la Asamblea de Madrid y en el Ayuntamiento de la capital de España. Los 12 diputados de Vox en el Parlamento andaluz tampoco le sirvieron para poder colarse en ninguno de los debates televisados de aquella campaña.

Abascal marcará perfil en la exhumación de Franco, Cataluña y la inmigración

En Vox insisten en que este debate es la mejor manera "de ver a Abascal en directo, como es él, sin filtros y sin que nadie cuente lo que dice", esto es, sin que ningún medio de comunicación "manipule" su mensaje, crítica reiterada de este partido contra la prensa. Lo cierto es que salvo en el capítulo económico, donde ha dado muchas veces muestras de desconocimiento que él mismo admite, su discurso radical en cuestiones como la exhumación de Franco, el desafío independentista catalán o la inmigración le permitirán marcar un perfil muy diferenciado que le benefician ante su electorado. Además, a Abascal deberá abrir el bloque de politica internacional.

Casado sólo quiere confrontar con Sánchez

Abascal constituye, sin duda, un elemento distorsionador tanto para Pablo Casado como para Albert Rivera en la medida en que comparten un sector del electorado nada despreciable. En el cuartel general popular afirman tajantes que "nuestro adversario es Sánchez", de modo que Casado buscará la confrontación con el candidato socialista, y no tanto con Rivera o Abascal. Otra cosa será que ambos busquen la refriega con el candidato popular, aunque lo cierto es que Abascal ha abandonado, al menos en precampaña, su discurso de la "derechita cobarde" en alusión al PP.

La estrategia popular pasa por ignorar al partido de Abascal, "porque otra cosa no tiene sentido" y "él no va de ganador", dicen en Génova. Tampoco "competiremos con Ciudadanos", muy lejos de aspirar al sorpasso. Pero temen que Sánchez pretenda "polarizar" el debate del lunes "porque la mejor perspectiva del presidente del Gobierno en funciones es que haya un Vox fuerte" que debilite al PP.

Casado quiere presentarse como la única alternativa posible al socialismo, el hombre de Estado capaz de aunar al centro-derecha. Y si en el primer debate del 28-A salió bastante desdibujado ante el protagonismo de Rivera, en el segundo fue capaz de encontrar su hueco y su tono en una confrontación donde salieron aventajados él y Pablo Iglesias. El candidato popular abrirá el bloque de discusión sobvte calidad democrática.

Rivera deberá jugarse el todo por el todo, salir al ataque

Rivera deberá jugarse el todo por el todo. El candiato de Ciudadanos se encerró todo el fin de semana para preparar con su equipo la cita. Con los sondeos en contra, incluso el del CIS aún siendo el más benevolente, tiene que salir a ganar. Sin embargo, un modelo a cinco impide de forma clara evaluar un debate en términos de ganador y perdedor. Podrá lucirse especialmente a la hora de arrancar el debate bloque de políticas sociales e igualdad.

No le vale con mantenerse, ni siquiera ir a la defensiva. En Ciudadanos saben que su candidato "se siente cómodo en este tipo de formatos" e irá al ataque. Cataluña y la economía son sus puntos fuertes y en la sede del Puente de Ventas de Madrid son conscientes de la trascendencia de la cita de este lunes 4, apenas seis días antes de la consulta ante las urnas.

El bloque de izquierda dirime su propia batalla. Sánchez e Iglesias volverán al relato de la atribución de responsabilidades en las negociaciones fallidas de julio y septiembre, que han llevado a España a unas nuevas elecciones. El candidato de Unidas Podemos consiguió levantar la campaña del 28-A, a pesar de su notable descenso electoral, y confían en que lo vuelva a hacer esta vez siempre y cuando aparezca como la única opción real de izquierda frente al PSOE de Pedro Sánchez.

A Iglesias le ha tocado, por sorteo, los dos minutos de oro, esto es, abrir y cerrar el debate. Hasta sus adversarios reconocen su habilidad ante las cámaras y que no desaprovechará el momento. Además, será el que abra el bloque sobre política económica. La ausencia de Errejón le beneficia -a pesar de las exiguas perspectivas electorales del ex dirigente de Podemos- y confían en que no haya la debacle que les auguran no pocas encuestas electorales.

De todos los contendientes, el inquilino de la Moncloa era el menos interesado en ir a esta confrontación por ser el que más tiene que perder desde el momento en que todos los sondeos le dan como ganador. Ya consiguió eliminar en las generales de abril el "cara a cara" con el líder del primer partido de la oposición, y ha faltado poco para que ni siquiera se celebrara el de este lunes. También ha conseguido, con el argumento de la cortedad de la campaña, que no haya debate televisado de vuelta.

Sánchez venderá estabilidad, gobernabilidad y economía. Y será quien abra el bloque de debate sobre cohesión de España, posiblemente el más importante. También la exhumación de Franco, acometida en plena campaña electoral por las maniobras dilatorias de la familia del dictador, que han propiciado lo que tanto criticaban, su uso político y electoral. Pero quizá, el mejor balance de este debate para Moncloa sea que pase rápido e Iglesias cargue con las culpas de haber imposibilitado un acuerdo de las izquierdas tras los comicios del 28-A.