Las elecciones andaluzas marcan, sin duda, el punto de inflexión de la actual legislatura nacional. Tras el aldabonazo que supuso el 4-M en Madrid, con un cambio de ciclo político evidente, este domingo se confirmará si dicho cambio viene para quedarse. No se la juegan sólo Juan Manuel Moreno, Juan Espadas, Juan Marín, Macarena Olona o Inmaculada Nieto, sino sus jefes de filas. En algunos casos, la propia supervivencia política como Inés Arrimadas; en otros, ser parte activa o actor secundario en un hipotético gobierno futuro de centro-derecha, como Santiago Abascal; una tercera, el diseño de su plataforma política o frente amplio, que es el caso de Yolanda Díaz.

Para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un resultado adverso podría alterar la composición de su Gobierno y la duración de la legislatura, mientras que para el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el reto es consolidar el ascenso electoral de sus siglas y deshacerse de la sombra de Vox.

Pedro Sánchez, entre una nueva crisis de Gobierno o adelanto electoral

Moncloa y Ferraz son conscientes de que la de este domingo puede ser una noche difícil de  digerir para el socialismo. No habrá lugar para el relato triunfalista, a lo sumo un salvar los muebles y pasar capítulo cuanto antes sin lecturas públicas en clave nacional ni alusiones a cambios de ciclo electorales.

“Salvo catástrofe” sin paliativos, la voluntad de la dirección federal es garantizar la continuidad de Juan Espadas al frente de la organización territorial más potente del partido. Pero al margen de cuál pueda ser la reacción en Andalucía, las ondas expansivas del escrutinio amenazan con llegar al mismo corazón de Moncloa, donde se ha instalado la inquietud. Si el resultado de este 19-J certifica el proceso descendente de la marca tras el batacazo madrileño y castellanoleonés, con el único consuelo de Cataluña, muchos dirigentes socialistas y no pocas baronías, abogan por la necesidad de un giro de timón.

Subyace de fondo la posibilidad de una nueva remodelación ministerial tras la acometida por Sánchez hace apenas un año. Este era el Consejo de Ministros con el que encarar el resto de la legislatura, pero hay signos evidentes de desgaste cuando no, directamente, desconocimiento público de buena parte de ellos.

Se especula también con la duración de la legislatura, con el comodín presidencial de convocar a los españoles a las urnas antes de finales del año que viene. Acaso los más interesados son los barones territoriales socialistas, temerosos de correr en primera línea con el castigo a Pedro Sánchez. Los hay quienes se abonan a la tesis de un escenario como el de 2019, cuando se celebraron generales en abril y locales y autonómicas en mayo a modo de cortafuegos. Otros hablan de un “superdomingo” en mayo, aunque eso tiraría de algunas candidaturas a la baja convencidos de que la “marca” Sánchez sufre una crisis de reputación.

Porque una de las cuestiones que ha suscitado la campaña andaluza es si el inquilino de la Moncloa suma o resta. Si sus mensajes o ejecutoria llegan a los ciudadanos o solo lo hace en clave negativa cuando hay expectativas incumplidas como la rebaja de la luz. En definitiva, si la inercia del PSOE es descendente y el jefe del Ejecutivo tiene serias dificultades para enderezarla.

Núñez Feijóo, deshacerse de la alargada sombra de Vox

La felicidad de Alberto Núñez Feijóo dista mucho de ser completa a pesar de tener todos los ingredientes de la baraka política. Elegido sin competencia por su partido, tal y como quiso siempre, aterriza en un PP que ya había iniciado el camino de la recuperación a pesar de la crisis que acaba con la destitución de Pablo Casado. Los sondeos le son más que proclives y la de hoy puede ser una de las noches históricas de los populares andaluces.

Pero al presidente nacional del primer partido de la oposición le sobrevuela una sombra inquietante, la de Vox. A diferencia de Casado, Feijóo ha optado por desarrollar una estrategia autónoma sin estar pendiente de lo que dice o hace el partido de Santiago Abascal más allá de reclamar una mayoría suficiente para impedir que Juan Manuel Moreno dependa de Macarena Olona.

Si lo consigue, habrá superado sin duda un hito que le sitúa con el viento de cola de aquí a los comicios locales y autonómicos, en los que aspira a ensanchar la base de su poder territorial recuperando gobiernos de comunidades como la valenciana y la de la La Rioja, y obtener más votos que el PSOE en las municipales. Todo ello en la antesala de las elecciones generales si no ha convocatoria adelantada.

Una vez asimilado Ciudadanos, Génova pretende ir achicando los espacios de Vox, de modo que este 19-J comience a ser el inicio del declive electoral de Abascal.

Inés Arrimadas, sobrevivir hasta las próximas elecciones generales

Decir que Ciudadanos se juega el todo por el todo esta noche ya es un lugar común. A nadie se le escapa la onda expansiva de su más que posible desaparición en Andalucía, a pesar de la buena campaña desarrollada por su candidato, Juan Marín. Nunca como ahora queda demostrada la carga de una marca que se hunde abajo al margen de la valía de quien la representa.

Si los naranjas desaparecen de esta Comunidad, lo más probable es que Inés Arrimadas no llegue políticamente viva a las próximas elecciones generales. Entremedias le quedaría un calvario hasta llegar a los comicios locales y autonómicos de mayo con un solo as en la manga, Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, y poco más. Desaparecidos de la Comunidad madrileña y solo salvados por la mínima en Castilla y León, las fuerzas de los naranjas, que aspiraron a hacer el sorpasso al PP, apuntan al desastre.

La única esperanza es alcanzar ese tan anhelado 3 por ciento del voto para sentar entre 1 y 3 diputados que les dan los sondeos más benévolos. Garantizaría no solo la supervivencia política de Marín sino también la de Arrimadas a medio plazo, pero con un partido casi testimonial y con respiración asistida.

Abascal, comenzar a conocer la incertidumbre electoral

La campaña de Macarena Olona ha resultado como poco, desconcertante. No hay duda de que Abascal apostó el todo por el todo al mandar allí a su portavoz adjunta en el Congreso, no sin resistencias de la propia candidata, pero el discurrir de los días ha atemperado lo que parecía iba a ser un tsunami. Además Vox ha exportado un modelo de campaña crispada más propia de la Cámara Baja, sin réplica en el resto de las fuerzas políticas.

En Bambú, nombre de la calle donde se sitúa al sede nacional de este partido, dicen a todo aquel que quiere escucharlo cómo los sondeos siempre les dan por debajo del resultado final y resulta impensable que no saque mejores notas que hace cuatro años. Pero alimentaron unas expectativas de las que comenzaron a arrepentirse pronto, insistiendo en que se jugaban con el PSOE el primer puesto en las preferencias de los andaluces. Es evidente que si Vox hace el sorpasso al PSOE-A estaríamos ante una noche de dimisiones en la sede de los socialistas andaluces, pero no parece que vayan por ahí las urnas.

Andalucía fue el principio de la escalada de Vox hace cuatro años y, paradójicamente, podría ser el inicio de un cierto declive si no consiguen entrar en el Gobierno de coalición o acreditar una subida espectacular. Por primera vez, Vox podría comenzar a conocer el sabor agridulce de la incertidumbre electoral. De momento, Abascal sigue siendo su mejor baza.

Yolanda Díaz, Andalucía como laboratorio de su futura plataforma

Decir Por Andalucía es decir Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda del Gobierno no ha sido ajena esta vez ni al debate en torno a los pactos preelectorales y a la candidatura de Inmaculada Nieto, ni a una campaña por la que parecía iba a pasar de puntillas para acabar convertida en su principal revulsivo. Es más. Díaz ha demostrado su capacidad movilizadora y de generar entusiasmo en los tres mítines en que ha participado. Una buena señal para la puesta en marcha de su futura plataforma.

Andalucía se ha convertido en un gran laboratorio para la gallega, aunque todo apunta a que el resultado va a ser más que discreto y el bloque de la izquierda no tendrá ninguna posibilidad de llegar al Palacio de San Telmo.

Aún así, tiene el valor de haberse dejado ver con el líder de Más País, Íñigo Errejón, o con la secretaria general de Podemos y compañera del Consejo de Ministros, Ione Belarra, así como con Alberto Garzón, un primer ensayo de su plataforma amplia, que echará a andar el 8 de julio con un acto en Madrid, y quizá alcance ya su mayoría de edad en las elecciones lcoales y autonómicas de mayo, antesala de las generales.